Decrecimiento y Conservación Biológica: ¿ciencia o ideología?

¿Qué relación existe entre la crisis ambiental y la dinámica económica actual del mundo denominado desarrollado? ¿Hasta qué punto esa dinámica trata de imponerse al resto del mundo, en el contexto de la globalización? ¿Existen alternativas viables y operativas para prevenir el colapso ambiental, y con él nuestra extinción como especie o la “extinción selectiva” de una inmensa mayor parte de la humanidad, bajo lo que se ha dado en denominar ecofascismo? ¿En qué medida las tesis del ecofascismo se han puesto ya en marcha, como programa desarrollado por las élites económicas? ¿Qué es el decrecimiento? ¿Implica mayores niveles de pobreza? ¿El decrecimiento es contrario al ecofascismo? ¿Las tesis del decrecimiento y la Agenda 2030 son “ideológicas”, como arguyen sus detractores, o por el contrario están documentadas científicamente? ¿Qué relación de fondo hay entre el decrecimiento, las ideas y prácticas colectivizadoras y la Conservación Biológica? ¿Por qué es indispensable conservar la mayor cantidad de biodiversidad posible?

Todas estas cuestiones, y muchas otras de la misma índole, se plantean en el curso de Conservación Biológica, ya directamente como parte del temario, ya como actividades paralelas de lectura, visualización de cortometrajes y reflexión. Vinculo debajo algunos de los vídeos más recomendables.

Conservación en el marco de la «transición ecológica»

He aquí un precioso, interesante y comprometido trabajo llevado a cabo por una querida exalumna, que me produce una inmensa satisfacción. ¡Cómo disfruto leyendo textos como éste!

Conservación de las plantas en plena transición energética: ¿Pueden los gobiernos regionales afrontar el reto?

Land 2023, 12(11), 2003; https://doi.org/10.3390/land12112003

«En el contexto de la expansión de los proyectos de energía eólica, este estudio explora la intrincada relación entre la conservación de la biodiversidad y el desarrollo de la energía eólica en la Cordillera Cantábrica. Analizando los datos de 1107 cuadrículas UTM de 10 × 10 km, hemos identificado 378 taxones de plantas vasculares amenazadas y 36 de briofitas, incluyendo 135 que son endemismos regionales. Los complejos eólicos plantean un riesgo significativo de impactos irreversibles sobre las zonas de conservación de plantas y su integridad si no se aplica una gestión adecuada, informada por los mejores conocimientos científicos disponibles. Este estudio introduce el concepto de zonas vegetales muy importantes (VIPA) como herramienta crucial para identificar las zonas prioritarias de conservación. El 60% de las cuadrículas UTM se clasificaron en la categoría de «alto valor de conservación». Entre las especies amenazadas de la región, sólo el 11% gozan de protección a escala europea y el 17% a escala nacional, lo que deja un papel clave a los gobiernos regionales con listas heterogéneas. Nuestros resultados ponen de manifiesto la urgente necesidad de una legislación que dé cabida a las actualizaciones de las listas de especies protegidas, garantizando la inclusión de taxones de alto riesgo y mecanismos jurídicamente vinculantes en los distintos niveles administrativos. El método propuesto se basa en criterios cuantificables y repetibles, lo que lo hace adaptable para su aplicación en otros territorios y con fines más amplios de ordenación del territorio.»

https://www.mdpi.com/2073-445X/12/11/2003

Alarma ambiental: considerando todas las variables críticas

En los años 60 del siglo pasado, la corriente hippie percibía que las cosas no iban por buen camino y quiso transformar el mundo desde la perspectiva de la simplicidad, el amor y un ecologismo moderno naciente. Pero, en su ingenuidad, se olvidaron de considerar en su visión del mundo una variable clave: las inercias de índole adaptativa del comportamiento humano, que están ahí y ahí estarán siempre. Ahora mismo está ocurriendo algo parecido con aquellos científicos ambientalistas de corte “optimista”.

En la esfera conceptual del inevitable reduccionismo, hay variables clave que no se pueden dejar al margen de los análisis, so pena de que las conclusiones sean engañosas y las acciones que se tomen no conduzcan a satisfacer adecuadamente los objetivos deseados.

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Informe de 2023 sobre el estado del clima: entrando en territorio inexplorado. Informe especial.

Ya somos 27.037 los científicos miembros de la AWS (Alianza de Científicos del Mundo) firmantes del documento original (https://scientistswarning.forestry.oregonstate.edu/sites/default/files/climate_signatories%209-27-23.pdf), pertenecientes a 180 países.

Ripple, WJ, Wolf, C., Gregg, JW, Rockström, J., Newsome, TM, Law, BE, Marques, L., Lenton, TM, Xu, C, Huq, S, Simons, L & King, DA, 2023. The 2023 state of the climate report: Entering uncharted territory. Special Report. BioScience, 0, 1–10. https://doi.org/10.1093/biosci/biad080https://academic.oup.com/bioscience/advance-article/doi/10.1093/biosci/biad080/7319571.

“La vida en el planeta Tierra está bajo asedio. En este momento estamos entrando en una situación desconocida. Durante varias décadas, los científicos hemos advertido constantemente sobre un futuro marcado por condiciones climáticas extremas debido al aumento de las temperaturas globales causado por las actividades humanas en curso que liberan gases de efecto invernadero nocivos a la atmósfera. Desafortunadamente, el tiempo se ha acabado. Estamos observando la manifestación de esas predicciones a medida que se supera una sucesión alarmante y sin precedentes de registros climáticos, lo que provoca que se desarrollen escenas de sufrimiento profundamente angustiosas. Estamos entrando en un ámbito desconocido en relación con nuestra crisis climática, una situación que nadie ha presenciado de primera mano en toda la historia de la humanidad.

En el presente informe, mostramos un conjunto diverso de signos vitales del planeta y los posibles impulsores del cambio climático, así como las respuestas relacionadas con el clima presentadas por primera vez por Ripple y Wolf y colegas (2020), que declararon una emergencia climática, firmada en aquel momento por más de 15.000 científicos. Las tendencias revelan nuevos registros históricos relacionados con el clima y patrones profundamente preocupantes de desastres relacionados con éste. Al mismo tiempo, constatamos avances mínimos por parte de la humanidad en la lucha contra el cambio climático. Dados estos acontecimientos preocupantes, nuestro objetivo es transmitir hechos climáticos y recomendaciones de naturaleza política a científicos, gestores y artífices de leyes y al público en general. Es nuestro deber moral, como científicos e instituciones académicas, alertar claramente a la humanidad de cualquier posible amenaza para nuestra existencia y asumir el liderazgo al tomar medidas. Este informe es parte de nuestra serie de actualizaciones anuales concisas y de fácil acceso sobre el estado de la crisis climática.»

Algunas reflexiones sobre Conservación Biológica, a modo de divulgación

Hoy, 4-10-2023, que se supone que es algo así como el día mundial de los animales, he sido entrevistado en Canal Castilla-La Mancha Radio, en el programa «Castilla-La Mancha a las 8», conducido por Francisco Madinabeitia, sección de Ciencia y Tecnología “Habrá que investigarlo”, ésta conducida a su vez por Miguel Ángel Pérez Lucas. Aquí están los vínculos: https://www.cmmedia.es/radio/castilla-la-mancha-a-las-8/dia-mundial-animales-importancia-fauna-ecosistemas-planeta.html y https://www.youtube.com/watch?v=fGb6u6fzV5Y

Más que sobre animales, en realidad hemos hablado sobre la crisis ambiental en marcha y sobre Conservación Biológica. ¡Qué importante es trasladar estos mensajes a la opinión pública para que podamos reflexionar sobre ellos! Y qué agradecido estoy a Miguel Ángel y a Patxo (Francisco), por la oportunidad brindada.

Dejo aquí también escritos los argumentos sobre los que ha girado la entrevista:

«¿Por qué se hizo entomólogo, con especial interés en las mariposas nocturnas?

Por una serie de circunstancias fortuitas, diría yo. Desde muy chico, los animales pequeños ejercieron una gran fascinación sobre mi. Con 7 años empecé a fijarme en los colores de las mariposas diurnas, puede que como consecuencia de mi primera visita al Museo Nacional de Ciencias Naturales (del que quedé prendado). Con 9 empecé a coleccionarlas, al encontrarme primero con una belleza esquiva de colores blancos, negros y rojos, que quería tener en mis manos y que hoy llamo Euplagia quadripunctaria y entonces “mariposa reina”, y poco después con otra belleza parecida en cuanto al color pero más grande y vigorosa, que hoy llamo Vanessa atalanta. Mi profesor de ciencias naturales del colegio ejerció un profundo influjo en mí, llevándome incluso a visitar el MNCN por dentro; esta visita también fue decisiva. La capacidad de D. Julio Álvarez, que así se llamaba mi maestro, de reconocer por su nombre cualquier animalito o planta me tenía completamente admirado. Por último, una casualidad quiso que girara mi atención hacia las mariposas nocturnas; una noche de julio de 1967 me dejé una luz encendida toda la noche, y a la mañana siguiente la pared estaba cubierta de polillas. Aquel espectáculo me fascinó completamente. Ahí empezó todo. Al año siguiente comencé a redactar mis cuadernos de campo. Y poco después, en 1971, mi padre me regaló la principal enciclopedia de mariposas nocturnas de aquel entonces y conocí al que después fue el primer gran especialista en Noctuidos tras Ramón Agenjo, José A. Calle.

¿Qué papel tienen estos invertebrados en el ecosistema?

La pregunta no tiene una respuesta única, porque hoy día conocemos unos 32 tipos de organización animal de invertebrados, que comprenden más de 1 millón de especies descritas. Con esa enorme disparidad de diseños corporales y diversidad de formas, puede entenderse fácilmente que las funciones, o los papeles, de los invertebrados son múltiples. Habitan toda clase de lugares, desde los fondos marinos hasta las cumbres de las altas montañas, y desde los trópicos a los polos. Los hay depredadores, parásitos, parasitoides y herbívoros; sirven de alimento a otras especies; algunos airean o remueven el suelo, otros son visitantes florales, otros contribuyen a desmenuzar la materia orgánica que cae al suelo y ayudan a su formación, otros son vectores de agentes patógenos, los hay incluso capaces de alimentarse de plásticos…

Últimamente estamos escuchando un término, el antropoceno ¿qué significa?

El periodo geológico contemporáneo, que viene a continuación del Holoceno, en el que el rasgo fundamental consiste en la huella desproporcionada que los humanos dejamos sobre el planeta, que lo hace esencialmente distinto a todos los periodos anteriores. En general, se entiende como Antropoceno el periodo que va desde la Revolución Industrial hasta nuestros días, mientras que el Holoceno abarcaría desde la retirada de los hielos de la última glaciación, hace 12.000 años, hasta aproximadamente 1.800.

¿Qué diría, como zoólogo, acerca de la especie humana?

Quizá sea conveniente recordar primero que toda especie actual, animal o del grupo que sea, es el resultado de un proceso evolutivo que ha hecho posible que ahora mismo esté aquí. La especie humana no es una excepción. Como todas, tiene sus características, de entre las cuales la extraordinaria capacidad intelectiva es probablemente su rasgo diferencial más notable. Entre las propiedades más asombrosas de esa capacidad intelectiva, que ha producido una cantidad ingente de mitos e interpretaciones, está la consciencia: sabemos que existimos y podemos hacer pronósticos en función de esa capacidad. Además, poseemos conciencia, o dicho de otro modo, capacidad de discernir lo que es bueno y lo que es malo, tanto para nosotros mismos como individuos como para los grupos sociales a los que pertenecemos, y tanto en cuanto al resto de los seres del planeta, sean inertes o no. Es decir, somos capaces de dotar a nuestra vida de una condición moral. Y, por lo tanto, de un sentido. Nuestra propia capacidad intelectiva, que nos ha hecho tan exitosos, puede ser también nuestra ruina; habernos permitido defendernos tan eficazmente de las vicisitudes ambientales, particularmente a partir de la Revolución Industrial, nos ha hecho en promedio mucho más longevos, ha mejorado en promedio nuestra calidad de vida en lo material y ha conducido a que la mortalidad neonatal e infantil haya disminuido drásticamente. Todo ello ha provocado un aumento exponencial de la población mundial. Y, como consecuencia, una presión inmensa sobre el medio natural, con su consecuente degradación. Es lo que conocemos como crisis ambiental actual, o séptima gran extinción masiva.

¿Cómo ha afectado el cambio climático a las poblaciones de animales en todo el mundo y cuáles son los principales desafíos a que se enfrentan?

El cambio climático es una de las diferentes causas próximas de la crisis ambiental actual. Las otras son el deterioro y fragmentación de los hábitat, la sobreexplotación de los recursos vivientes, la introducción fuera de su área natural de especies foráneas -muchas de las cuales se convierten en invasoras- y las llamadas cadenas de extinción. Por decirlo escuetamente, el cambio climático produce maladaptaciones y readaptaciones (o reajustes, en su caso), lo cual quiere decir que no es necesariamente contraproducente para todas las especies y poblaciones, al menos a corto plazo. Pero es cierto que contribuye al declive y extinción de muchas otras, al desplazamiento de las áreas de distribución (sobre todo hacia los polos y a mayores altitudes) y a desajustes en las interacciones entre los componentes de los ecosistemas. De nuevo, por decirlo muy escuetamente: ante una situación de cambio climático tan brusco, las especies animales expuestas a él solo tienen dos soluciones: o se adaptan progresivamente o se marchan a sitios más favorables. La otra alternativa es el declive y extinción final, ya sea local o global.

¿Cuáles son las principales especies en vía de extinción en el mundo?

Hay muchísimas, especialmente de invertebrados (los grandes desconocidos). La UICN ha propuesto varias categorías de amenaza, y recoge en su página de internet los casos más conocidos. Entre los animales, los que se supone que están en mayor peligro son el saola (bóvido asiático), el kakapo (loro de Nueva Zelanda), el atún rojo del sur y la marsopa del Golfo de California, pero se podrían poner muchos otros ejemplos (rinoceronte negro, elefante de Sumatra, gorila de montaña, orangután, etc.). De la fauna ibérica podemos destacar el fartet, el lince ibérico, la tortuga mora, la rana pirenaica, etc. La pregunta es: si se descubren al año unos cuantos miles de especies nuevas, naturalmente casi todas de invertebrados, ¿cuántas no podrán estarse extinguiendo antes de que las conozcamos y comprendamos su papel?

¿Puede hablarnos concretamente de especies endémicas que estén en peligro en Castilla-La Mancha?

Especies ibéricas endémicas amenazadas hay bastantes, especialmente de invertebrados. De vertebrados, quizá las más conocidas son el lince ibérico y el águila imperial, aunque ambos están recuperándose gracias a múltiples esfuerzos. De mariposas hay alguna bastante conocida, como el apolo. Pero hay muchas otras muy poco conocidas por el gran público: polillas, libélulas, escarabajos, moscas, saltamontes, náyades… La mayor parte de ellas están recogidas en los Atlas de distribución y en las Listas Rojas, de los que ya se han publicado algunos incluso de invertebrados.

¿Cuáles son los ecosistemas más amenazados en el planeta?

Probablemente la selva lluviosa ecuatorial y los arrecifes de coral. Aunque hay multitud de paisajes amenazados: somos demasiados, y con demandas muy altas de energía, agua y materiales. Y con poca consciencia acerca del problema en toda su magnitud.

¿Qué impacto tiene la pérdida de hábitats en la biodiversidad? ¿Qué sucede en un ecosistema cuando una especie prolifera o desaparece?

Por contestar de una manera sencilla, el hábitat es el lugar que ocupan los organismos. Si se pierde, la pérdida de diversidad será directamente proporcional, como norma general.

Cuando una especie prolifera, consume mayor cantidad de recursos. Por lo tanto, deja menos recursos para el resto, de nuevo por contarlo de una manera sencilla. Esto conlleva una alteración de las interrelaciones de unas especies con otras, lo que puede ser compensado (especialmente, si no desaparece ninguna especie funcionalmente clave) o puede llevar al empobrecimiento e incluso el colapso del ecosistema entero (si la pérdida de especies clave supera cierto umbral). Si lo que desaparecen son especies funcionalmente redundantes, por muy filogenéticamente singulares que sean, puede que el sistema completo no sufra mayor alteración. Pero la desaparición de especies funcionalmente claves puede ser catastrófica, y conducir a lo que se llama “extinción en cascada”.

¿Qué deberíamos hacer para preservar la diversidad biológica en un mundo tan amenazado?

Eso quisiéramos saber quienes nos dedicamos a la Conservación Biológica. Como norma general, cabría decir que ajustarnos firmemente a los postulados de la Sostenibilidad, balanceando correctamente sus tres facetas: la ambiental, la social y la económica. Pero esto es sumamente complicado; la Agenda 2030 fue ideada con este propósito, pero las inercias de nuestros sistemas de organización social y económica frenan considerablemente los logros. Además, existen campañas que tratan de desacreditar los objetivos de la Agenda, tachándola de “ideológica” o de “progresista”, términos que desde ciertos sectores sociales se emplean puerilmente en tono peyorativo. Es muy difícil contrarrestar estas tendencias en el corto plazo; solo podría hacerse fomentando sistemas educativos que promovieran la libertad de pensamiento y el espíritu crítico. Lo cual es poco menos que utópico. Aunque nada es negro ni blanco, yo no soy optimista, e incluso me parecen peligrosas las interpretaciones optimistas, que dejan fuera de la atención prioritaria las inercias sociales y las componentes adaptativas, evolutivas, de nuestro comportamiento social. Es decir, las causas últimas de la crisis ambiental actual.

¿Cómo se pueden involucrar las comunidades locales en la conservación de especies endémicas en peligro?

Pues creo que solo hay dos mecanismos: el primero, a través de la labor pedagógica, lo que exige dosis de paciencia a veces infinitas porque el nivel de ignorancia sobre el funcionamiento del medio natural es muy alto, y el segundo, a través de compensaciones económicas. No veo otra forma operativa y eficaz.

¿Cuál es el papel de la investigación científica en la protección de las especies en vías de extinción?

Absolutamente clave. Si no existe una buena base de conocimiento contrastado, no hay manera fiable de plantear medidas, proyectos o figuras de protección. El sentimiento proteccionista es fundamental; pero no puede ser efectivo si no va de la mano del conocimiento contrastado.

¿Cuál es su opinión acerca de las medidas que se están tomando a nivel internacional para abordar el cambio climático y su impacto en la fauna?

Que van en la dirección correcta pero tienen poco recorrido todavía y en general llegan tarde, demasiado tarde. Hay que tener en cuenta además que las tres cuartas partes de la humanidad más desfavorecidas manifiesta unas aspiraciones muy diferentes que las de la cuarta parte más favorecida. Por lo tanto, va a ser muy difícil poner de acuerdo al conjunto de la población mundial sobre el camino a seguir y el ritmo al que deben acomodarse nuestras actividades. Quizá sea oportuno recordar la frase que Paul Ehrlich y Edward Wilson dejaron escrita en la revista Science en 1991: “Si pretendemos que exista alguna oportunidad para frenar la pérdida de biodiversidad se tiene que pasar a la acción inmediatamente. La estrategia indispensable para salvar a las criaturas vivientes que nos acompañan, y en definitiva a nosotros mismos, es reducir la magnitud de las actividades humanas, como demuestra la evidencia de manera meridiana. La tarea conducente a satisfacer este objetivo constituirá un esfuerzo cooperativo mundial sin precedentes en la historia. Si la humanidad no puede moverse con determinación en tal sentido, todos los esfuerzos que se están llevando a cabo actualmente en relación con la conservación in situ no conducirán a nada, y el futuro de nuestros descendientes estará en peligro.”

¿Cómo podemos equilibrar la necesidad de desarrollo económico con la conservación de la biodiversidad?

Redefiniendo la noción de desarrollo económico desde la perspectiva de la sostenibilidad en sentido estricto. No hay otra posibilidad. Si no somos capaces primero de entender y segundo de poner en práctica las ideas relacionadas con el decrecimiento, no tenemos futuro alguno. O, al menos, no lo tiene la inmensa mayor parte de la humanidad.

¿Para qué está sirviendo la tecnología? Por ejemplo ¿Qué avances tecnológicos se están utilizando para monitorear y proteger a las especies en peligro de extinción?

Tecnología es el conjunto de herramientas de todo tipo ideadas y desarrolladas por los humanos desde el comienzo de nuestro proceso evolutivo. En este sentido, algunas actividades tecnológicas están contribuyendo al proceso de extinción masiva en marcha, mientras que otras nos ayudan a frenar alguna de sus consecuencias. Por ejemplo, los modelos informáticos climáticos nos ayudan a predecir las vicisitudes del clima cada vez con mayor precisión, y eso nos permite tomar decisiones cada vez más acertadas con relación a la conservación de los organismos amenazados. Por ejemplo, los programas de radioseguimiento nos ayudan a registrar con mucha precisión los movimientos de muchos animales, lo que también es muy útil para promover acciones concretas en zonas concretas para conservar ciertas poblaciones o especies. Por ejemplo, los modelos de distribución de especies y los modelos demográficos nos sirven para predecir por dónde se distribuirán determinadas especies en el futuro bajo diferentes supuestos de cambio ambiental y para predecir, con un cierto margen, cómo variarán sus poblaciones en cuanto a numero de individuos. Por ejemplo, el conocimiento detallado de la biología de ciertas especies plaga nos permite desarrollar métodos de control cada vez más específicos contra ellas, que no dañen a otras que puedan estar amenazadas; y un largo etcétera. Conviene reflexionar, sin embargo, sobre el papel de ciencia y tecnología en relación con la conservación de los organismos; la ciencia descubre y la tecnología dota de herramientas, pero quien decide es el estamento político. No pocas veces criticamos amargamente a éste por no adoptar medidas más contundentes. Pero hay que darse cuenta de que el papel de los políticos serios y comprometidos, que los hay, es el más difícil de todos. Plantear y llevar a la práctica medidas de conservación eficaces y operativas choca la mayor parte de las veces con los intereses inmediatos de muchos colectivos sociales, que, como es comprensible, se resisten a perder los niveles de comodidad y de privilegio a que están acostumbrados. Por eso esta mañana, cuando he escuchado que el consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y la Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico han llegado a un acuerdo para frenar el deterioro del acuífero de Doñana a través del diálogo y de la oferta de medidas compensatorias, he recibido una alegría inmensa. Esta es la vía.

¿Puede ponernos algún ejemplo exitoso de conservación de especies en peligro de extinción en la actualidad?

Sí, hay tres de mucha actualidad y muy importantes respecto a la fauna ibérica: el del lince ibérico, el del águila imperial ibérica y el del quebrantahuesos. Son tres programas que podríamos denominar modelo. Pero hay muchos otros, menos conocidos pero no menos importantes: por ejemplo, el de la tortuga mora o el de la malvasía cabeciblanca.

¿Cómo pueden las universidades y las instituciones académicas desempeñar un papel más activo en la protección de la vida silvestre y la conservación de ecosistemas?

A través de tres de las funciones básicas del profesorado: la investigación, la docencia y la divulgación. La investigación relacionada con especies o espacios amenazados se ha desarrollado mucho durante las últimas décadas en el seno de numerosos grupos de investigación, que ponen a disposición de los gestores tanto conocimiento básico como métodos de seguimiento, de predicción y de gestión del medio natural. La docencia, a través de asignaturas relacionadas con la Conservación Biológica, permite formar nuevas generaciones de técnicos y de expertos en el tratamiento de los problemas relacionados con la protección ambiental. Lamentablemente, el activismo ambiental está muy poco arraigado entre el estamento académico, aunque existen ejemplos sobresalientes de científicos de primer nivel con gran compromiso activista; no puedo dejar de citar a Fernando Valladares, todo un ejemplo.

Para finalizar ¿Qué mensaje le gustaría transmitir en el Día Mundial de los Animales en relación con estos temas tan críticos?

El mensaje no puede ser otro: dediquemos parte importante de nuestros esfuerzos a entender cómo funciona el medio natural para poder amarlo con mucha mayor intensidad, de manera que nos hagamos conscientes de que sin la casa que nos da cobijo en unas condiciones aceptables de habitabilidad, nuestra vida se hará mucho más difícil o incluso imposible, al mismo tiempo que se hará imposible o insoportable la de los seres que nos acompañan en nuestro planeta.»

Cada cosa, en su sitio

Poniendo en evidencia las malas prácticas de los lobbies y de cierto sector de científicos que se beneficia de ellas.

Michael N. Antoniou, Claire Robinson, Irina Castro & Angelika Hilbeck, 2023. Agricultural GMOs and their associated pesticides: misinformation, science, and evidence. Environmental Sciences Europe, 35, 76. https://doi.org/10.1186/s12302-023-00787-4

Resumen: «La desinformación siempre ha existido, pero se convirtió en una de las principales preocupaciones durante la pandemia de COVID-19 debido a su capacidad para afectar a las opciones, decisiones y políticas de salud pública. En su artículo «Misinformation in the media: Global coverage of GMOs 2019-2021» (GM Crops & Food, 17 nov 2022), Mark Lynas et al. caracterizan a los críticos de los agrotransgénicos (organismos modificados genéticamente, OMGs) y de sus plaguicidas asociados de «desinformadores». Establecen una equivalencia entre los críticos de los OMGs agrarios y las personas que hacen afirmaciones falsas sobre el cambio climático, el COVID-19 y las vacunas. Hemos examinado sus principales afirmaciones sobre estos OMGs -por ejemplo, que existe un consenso científico sobre su inocuidad para la salud y el ambiente- a la luz de las pruebas científicas y del debate público sobre este tema. Hemos comprobado que sus afirmaciones son tendenciosas y engañosas e ignoran u omiten pruebas cruciales. Llegamos a la conclusión de que, basándonos en las pruebas aportadas, el artículo de Lynas et al. puede calificarse en sí mismo de desinformación y, por tanto, podría inducir a error tanto al público en general como a la comunidad científica.»

Las artimañas (evidentes) de los «créditos de carbono»

Son necesarias medidas efectivas para que las compensaciones de carbono derivadas de la conservación de los bosques sirvan para mitigar el cambio climático; la mayoría de los créditos de compensación de CO2 por proteger los bosques se basa en cálculos ficticios. Algo que era evidente, se documenta ahora consistentemente en la revista Science.

» Un equipo de la Universidad de Cambridge aporta nuevos datos que confirman que muchos de los “créditos de carbono” que compran las empresas para equilibrar las emisiones no están vinculados a la preservación de los bosques en el mundo real. Y que millones de créditos de carbono se basan en cálculos toscos que inflan los éxitos de conservación de estos proyectos voluntarios.» (https://www.eldiario.es/sociedad/creditos-redd-co2-bosques-calculos-ficticios_1_10462869.html).

https://www.science.org/doi/10.1126/science.ade3535

Resumen: Las compensaciones de carbono vinculadas a proyectos voluntarios de prevención de la deforestación se generan sobre la base del cumplimiento relacionado con los supuestos de partida ex ante (a priori). Estudiamos los efectos obtenidos en 26 lugares donde se han aplicado proyectos de este tipo en seis países de tres continentes, utilizando métodos de control sintéticos para examinar la inferencia causal. Descubrimos que la mayoría de los proyectos no han reducido significativamente la deforestación. En el caso de los proyectos que sí lo hicieron, las reducciones fueron sustancialmente inferiores a las declaradas. Esto evidencia diferencias entre los objetivos básicos de los proyectos establecidos a priori y los hechos relacionados con la deforestación observados a posteriori en las áreas de control. Los métodos utilizados para elaborar los supuestos de base sobre deforestación en relación con las compensaciones económicas de carbono necesitan revisiones urgentes para atribuir correctamente la reducción de la deforestación a los proyectos, manteniendo así tanto los incentivos para la conservación de los bosques como la integridad de la contabilidad global del carbono.

Tarde, pero rotundo.

¿La ley del más fuerte, sólo en Doñana?

https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2023-03-15/donana-y-la-ley-del-mas-fuerte.html (*)

Lo que tan certera, ecuánime y de manera fundamentada describe mi compañero Eloy Revilla para Doñana en el artículo vinculado es exactamente lo mismo que está ocurriendo en todas partes, sean paisajes emblemáticos o no. El nuestro es un mundo que no solo desaparece, sino que literalmente se autofagocita, en el que no solo se extingue una forma de existir y relacionarse con el entorno, sino que ésta es machacada, barrida, eliminada por la fuerza, tanto por la física como por la ideológica.

Todo el que sabe algo sobre el funcionamiento de los sistemas físicos complejos sabe hacia dónde nos dirigimos, en un vórtice imparable. Por más que no queramos aceptarlo (https://www.uclm.es/global/promotores/organos%20de%20gobierno/vicerrectorado%20de%20investigacion%20y%20politica%20cientifica/novedades/uclmdivulga/the%20conversation/tces-04-06-2019).

(*) Texto completo del artículo, para quienes no pueden acceder:

Doñana y la ley del más fuerte

Escribo estas líneas para desahogarme como ciudadano pasmado por la realidad que día a día nos atropella. Podría hacerlo de manera más técnica, como responsable de la Estación Biológica de Doñana, el centro de investigación del CSIC que, junto con otros actores, consiguieron proteger Doñana a mediados del siglo pasado. Sin embargo, me voy a limitar a mis sensaciones y sentimientos.

La Doñana de hoy es muy distinta de la de principios del siglo XX. Tras décadas de intensa actividad para desecarla y ponerla en cultivo, ya solo nos queda un tercio de lo que fue. Hoy en día, la presión que ejerce nuestra actividad fuera del espacio protegido es tan fuerte que estamos perdiendo a gran velocidad hábitats tan emblemáticos como las lagunas, que se contaban por miles, a las aves acuáticas, que acudían a centenares de miles a pasar el invierno o a reproducirse, o monumentos naturales tan valiosos como los centenarios alcornoques que están muriendo a decenas, víctimas de la falta de agua. Doñana está pasando un punto de no retorno que hará que la Doñana del futuro ya no sea la que, en su día, intentamos conservar. Tristeza.

Me entero por la prensa, como cualquier ciudadano de a pie, de que, de nuevo, una proposición de Ley en el Parlamento de Andalucía pretende ampliar la superficie de regadío legalizado modificando el Plan Especial de ordenación de las zonas de regadío ubicadas al norte de la corona forestal de Doñana, conocido popularmente como Plan de la Fresa, y la Ley Forestal de Andalucía. Aún me sorprende que pasen estas cosas.

El Plan de la Fresa, aprobado en 2014 tras siete años de compleja tramitación, intentaba poner orden a dos décadas de expansión desordenada de cultivos intensivos bajo plástico, en las que miles de hectáreas se pusieron en cultivo, muchas de ellas sin los permisos necesarios, ocupando terrenos forestales y en muchos casos robando con fines privados un bien público escaso como es el agua. El plan identificaba las áreas cultivadas susceptibles de ser regularizadas por estar dentro de normativa, a las que habría que suministrar aguas superficiales para poder cerrar sus pozos, y marcaba aquellas zonas que no se podían legalizar y deberían ser restauradas a su situación previa.

Estamos en 2023 y aún no se ha ejecutado ese plan que permitiría eliminar la mayor parte del consumo de agua del acuífero. Ahora se pretenden modificar las normas para que la práctica totalidad de las empresas que han estado operando ilegalmente puedan seguir haciéndolo. Esto supone enterrar el trabajo hecho hasta ahora, y un nuevo inicio de todo el procedimiento administrativo. Es evidente que, si ocurre así, dentro de 20 años seguiremos como ahora, a medio camino, pero habiendo perdido parte de lo que hoy nos queda de la antigua Doñana. La filosofía política de ver sólo a corto plazo, de que en cuatro años todos calvos, me llena de desesperanza.

Con el agua el panorama no es nada halagüeño, cada vez hay más demanda y menos agua disponible. Este verano va a ser de aupa, y no solo en Doñana. Ya estamos en primavera meteorológica y de momento las previsiones no nos avisan de un próximo diluvio, que es lo que necesitamos. Si abril no lo remedia, encaramos un verano catastrófico para la agricultura y con restricciones de consumo en numerosas localidades. Es lo que tiene sobreexplotar los acuíferos de los que depende el abastecimiento desde arroyos y fuentes. Miedo.

En las últimas décadas hemos perdido una agricultura tradicional sostenible, donde los olivares eran de secano, se cultivaba entre los árboles y donde el ganado pastaba a finales del verano. Hoy tenemos olivares industriales sin biodiversidad, que han llevado a la quiebra a los tradicionales a base de aumentar la producción y de competir con precios a la baja. Los agricultores ahora se endeudan y trabajan más para intentar ganar lo mismo que antes. La agricultura industrial depende de un agua menguante en superficie por el cambio climático, de un agua subterránea que estamos agotando, y de un petróleo en forma de gasoil y un gas en forma de fertilizantes que antes o después se van a acabar. Angustia.

Es evidente la urgencia de iniciar una reconversión de la demanda de agua para la agricultura, para la industria y para el consumo urbano, incluyendo las decenas de millones de turistas que vienen a España y que también demandan agua. Las restricciones al consumo deberían empezar ya, para que el golpe no sea tan duro y para ir adaptándonos a lo que nos viene. Este año muchos agricultores de la cuenca del Guadalquivir se van a ir a la quiebra. Pesadumbre.

Mientras, en Doñana se engaña a la comarca con falsas promesas que no se van a cumplir por dos motivos: legalmente no se puede y, el más rotundo, no hay agua suficiente. La consecuencia es que todo seguirá igual, seguiremos produciendo fresas hasta que se acabe el agua o ya nadie quiera las fresas españolas, con las consecuencias que eso tendrá para la industria agrícola de la zona. Mientras, habremos perdido el corazón y el alma de Doñana. Todo seguirá igual en un camino de destrucción acelerada. Injusticia.

No tengo la menor duda de que todo el mundo quiere proteger Doñana. La cuestión es qué Doñana queremos conservar, y, aquí, a la vista de los acontecimientos, es evidente que hay opiniones divergentes. Por un lado están los que solo quieren mantener Doñana como un medio de marketing capaz de atraer turistas y dar renombre internacional a una comarca y sus productos y servicios. Por otro lado están los que creen que eso debe ser consecuencia de los valores ambientales intrínsecos que históricamente la han caracterizado. Hagamos lo que hagamos, Doñana va a seguir ahí, aunque quizá sólo como un lugar empobrecido y simplificado, un recuerdo de lo que fue. De nosotros depende.

La mayoría de la gente piensa que la naturaleza es débil, una víctima indefensa ante unas personas que son invencibles. No nos engañemos, la naturaleza es mucho más fuerte que nosotros. Doñana no es más que el canario en la mina que nos avisa de lo que nos viene encima a todos. Antes o después tendremos que cambiar nuestra manera de utilizar la naturaleza para adaptarnos a las condiciones que nos impone. No hay otra opción, dependemos completamente de ella.

Eloy Revilla, Profesor de Investigación del CSIC y director de la Estación Biológica de Doñana CSIC

El papel de los zoológicos

La periodista y escritora Marisol Sales Giménez me ha entrevistado en relación con el papel de los zoos, que tanto se critican con muy poco conocimiento de causa. Allá van preguntas y respuestas.

1. ¿Podemos considerar a los zoos centros de conservación de la biodiversidad?
Hoy día sí, hablando en términos generales. Los zoos contribuyen, por lo general, a la conservación en tanto que promueven y llevan a cabo planes de cría en cautividad de especies amenazadas, con el fin último de contribuir a la reintroducción de dichas especies en el medio natural. El ejemplo mejor conocido en España es el del lince ibérico, que probablemente se hubiera extinguido ya si no hubiera sido por el Programa de Conservación “ex situ” del lince ibérico (https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/recursos-geneticos/conservacion-exsitu/ce-exsitu-prog-lince.aspx), desarrollado en el zoo de Jerez. 

2. ¿Cómo afecta a los animales el cautiverio?
Depende de cómo se cuiden. No se puede negar que hay especies que toleran mal las circunstancias de cautividad y sufren depresiones, algunas veces irrecuperables. Hoy en día, sin embargo, en los zoos de prestigio existen equipos de técnicos especializados en bienestar animal, que buscan la manera de evitar esas situaciones; de hecho, existe una normativa europea de buenas prácticas en los zoos, que debería ser respetada siempre (https://ec.europa.eu/environment/nature/pdf/Zoos%20Directive%20Good%20Practices-ES.pdf). En todo caso, es también cierto que para un animal no hay nada mejor que la vida en su hábitat natural. El problema es que los humanos hemos desnaturalizado la mayor parte del planeta e invadido el espacio de muchos otros animales, de manera que en ocasiones el único recurso para poder evitar la extinción es salvaguardando poblaciones en zoos para proceder a la reintroducción cuando se den las circunstancias oportunas, si llegan a darse. 

3. ¿Cómo se eligen las especies que están en los zoos?
Hoy día ya no se eligen, en tanto que no se sale a capturarlas como se hacía ya hace bastantes décadas, salvo en ocasiones muy concretas y porque sea necesario confinar individuos para que no se extinga una especie. Pero desde que se generalizaron los programas de cría ex situ, es decir, en cautividad, entre las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado, prácticamente todos los animales que se observan en los zoos han nacido ya en cautividad. Eso no quiere decir que lo hayan hecho necesariamente en el mismo zoo donde se observan, porque existen protocolos de intercambio de fauna entre instalaciones (generalmente, como medio para evitar la consanguinidad y la pérdida de diversidad genética en los programas de cría). 

4. ¿Cuál es la diferencia formal entre un santuario y un zoo?
El término “santuario” procede del léxico animalista, es decir, es ajeno al ámbito científico, y hace referencia a aquellas instalaciones donde viven animales que se han extraído temporalmente del ámbito silvestre por estar dañados o enfermos y no pueden sobrevivir por si solos en libertad. La finalidad es su recuperación y su liberación posterior. En los llamados santuarios se prima la supervivencia y el buen estado de salud de individuos concretos, mientras que en los zoos se priman más la faceta educativa y, sobre todo, la de la conservación de especies o poblaciones. Mientras que ambos tipos de iniciativa pueden acoger veterinarios, los biólogos de la conservación solo tienen cabida en los zoos. 

José Luis Yela García
Profesor Titular de Zoología y Conservación Biológica
Miembro del Comité Científico para el Catálogo Español de Especies Amenazadas
Universidad de Castilla-La Mancha
FACULTAD DE CIENCIAS AMBIENTALES Y BIOQUÍMICA | Avda. Carlos III, s.n.; Campus Real Fábrica de Armas | 45005 Toledo
Tfno: 925 268 800 | Ext: 5417 | JoseLuis.Yela@uclm.es

La economía de la biodiversidad

“La economía de la biodiversidad”: El informe Dasgupta. Informe final del estudio independiente sobre la economía de la biodiversidad dirigido por el profesor Partha Dasgupta (profesor emérito de la Universidad de Cambridge).

Dasgupta, P. (2021). The economics of biodiversity: the Dasgupta review. HM Treasury, London. (https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/962785/The_Economics_of_Biodiversity_The_Dasgupta_Review_Full_Report.pdf)

El “informe Dasgupta” es una revisión global e independiente (no financiada por ninguna entidad de interés privado- sobre la economía de la biodiversidad, dirigida por Partha Dasgupta (profesor emérito de la Universidad de Cambridge). La revisión fue encargada en 2019 por el Tesoro Real británico, y ha contado con el apoyo de un grupo asesor proveniente de las políticas públicas, la ciencia, la economía, las finanzas y las empresas.

Este informe urge, una vez más, a adoptar cambios en la forma de pensar, actuar y medir el éxito económico para proteger el mundo natural y mejorar nuestras posibilidades de vida próspera. Sienta sus bases en un profundo conocimiento de los procesos ecosistémicos y de aquellos de sus procesos son afectados por la actividad económica. El marco conceptual presentado por el informe infiere de todo ello cómo debemos tener en cuenta el mundo natural en la toma de decisiones políticas y económicas.

Por su parte, Guillermo Prudencio escribe en ElDiario, uno de los pocos diarios independientes, es decir, que no dependen de los poderes económicos (https://www.eldiario.es/ballenablanca/biodiversidad/informe-stern-biodiversidad-destruccion-naturaleza-supone-enorme-riesgo-economia_1_ 7212824.html):

“»Porque la biosfera tiene límites, la economía global tiene límites». De esta forma sitúa el reciente y monumental estudio económico que alerta de los «riesgos extremos» que supone para la humanidad continuar destruyendo la naturaleza al ritmo actual. El documento, encargado por el Ministerio de Finanzas del Reino Unido al economista de la Universidad de Cambridge Partha Dasgupta, dispara a la línea de flotación del sistema económico vigente, al cuestionar la «asunción» de que es posible lograr un crecimiento económico ilimitado a pesar de un planeta finito.

Este nuevo informe sobre la «economía de la biodiversidad» recuerda por su ambición al Informe Stern de 2006, el primer estudio, realizado por el economista Nicholas Stern, en el que se ponía cifras al impacto económico del cambio climático. Pero va un paso más allá de este, al proponer un cambio de paradigma en la forma de evaluar la riqueza y el bienestar humanos. «La economía de la biodiversidad es la economía de toda la biosfera. No somos ajenos a la naturaleza, somos parte de ella», escribe su autor.

«El Informe Dasgupta pone por fin la biodiversidad en el centro de la economía y nos ofrece la brújula que necesitamos con urgencia», dice el naturalista David Attenborough en el prólogo del estudio, que plantea cambios profundos en todos los ámbitos: la producción, el consumo, las finanzas, las instituciones globales, la educación…

Es vital cambiar el rumbo, pues el método de la economía global para lograr «lo que se celebra rutinariamente como crecimiento económico» ha sido destruir los ecosistemas que hacen posible nuestra existencia», afirma el informe.

Según los datos que recoge este economista de la Universidad de Cambridge, entre 1992 y 2014 el «capital producido» per cápita (carreteras, edificios o fábricas) se duplicó, y el «capital humano» (la educación o la salud) aumentó alrededor de un 13% globalmente. Sin embargo, el «capital natural» per cápita, que mide todos los bienes y servicios que ofrece la naturaleza, se redujo un 40% en el mismo periodo.

Las alertas sobre el dramático declive de la vida salvaje no son nuevas, diversos estudios científicos le han puesto cifras. Se calcula que un millón de especies están amenazadas de extinción, según la exhaustiva revisión elaborada en 2018 por IPBES. La tasa actual de extinción de especies es entre 100 y 1.000 veces mayor que el ritmo medio en las últimas decenas de millones de años.

Pero el nuevo informe explica que al empujar al límite la biodiversidad entramos en terreno desconocido para la especie humana. Muchos ecosistemas como arrecifes de coral o bosques tropicales, alerta Dasgupta, han sido degradados de manera irreversible o están a punto de traspasar «puntos de inflexión», umbrales de no retorno. «Esto podría tener consecuencias catastróficas para nuestras economías y nuestro bienestar».

«El Informe Dasgupta muestra que estamos tomando de la Tierra mucho más de lo que puede soportar, que la estamos agotando rápidamente, y que pagaremos el precio», comenta Nicholas Stern, el autor del famoso informe sobre la economía del cambio climático.

El estudio de Dasgupta apunta a los Gobiernos mundiales, que han avivado el fuego «al pagar más a la gente por explotar la naturaleza que por protegerla». Según una estimación conservadora, las ayudas públicas que dañan el medio ambiente ascienden a entre cuatro y seis billones de dólares anuales: estos «subsidios perversos» financian desde la agricultura contaminante o las macrogranjas industriales a los combustibles fósiles y la sobrepesca.

Aunque no descarta el rol de la tecnología a la hora de reducir la huella ecológica, el economista echa un jarro de agua fría sobre quienes creen que la tecnología o la audacia humana, por sí mismas, nos sacarán de esta encrucijada. «Los patrones de consumo y producción deberán ser reestructurados de raíz», escribe.

El economista, indio de nacimiento, no reparte responsabilidades por igual. «La alimentación, el saneamiento y la eliminación de la pobreza extrema podría alcanzarse para todas las personas sin superar los límites del planeta», dice Dasgupta. Pero no hay suficientes recursos para que toda la humanidad disfrute, de manera sostenible, del estilo de vida de los países ricos.

 «Elegir un camino sostenible requerirá un cambio transformador, respaldado por niveles de ambición, coordinación y voluntad política similares o incluso mayores que las del Plan Marshall», afirma Dasgupta sobre el nivel del desafío.

Uno de los elementos que urge cambiar es la medición del éxito económico. El economista pide superar el concepto de Producto Interior Bruto, «que nos estimula a perseguir un crecimiento y desarrollo económico insostenible»: podemos incrementar el PIB dejando un planeta devastado a quienes vienen detrás. Propone en cambio abrazar la idea de «riqueza inclusiva»: una medida en la que se incluyan los bienes naturales, cuyo crecimiento se corresponde con el bienestar de las futuras generaciones, y que asuma los límites ecológicos del planeta.

El estudio pide también «inversiones masivas y a gran escala» en las llamadas «soluciones basadas en la naturaleza», y sugiere que se utilicen los paquetes de ayudas y estímulos fiscales para la recuperación económica de los estragos de la pandemia. «Estas inversiones nos ayudarían a afrontar la pérdida de biodiversidad y contribuirían significativamente a la mitigación y adaptación al cambio climático, sin mencionar beneficios económicos más amplios, como crear empleos».

Esta obra capital para entender la «economía de la biodiversidad» ha sido aplaudida por multitud de líderes políticos y empresariales, conservacionistas y economistas. «Ofrece, por primera vez, un marco de trabajo para las difíciles discusiones globales que debemos mantener sobre cómo restaurar la sostenibilidad, no solo en el clima sino en todas las dimensiones del medio ambiente», ha dicho el Premio Nobel de Economía Joseph Stigli.”